El Sistema Krismer constituye una solución idónea para conseguir una combinación de estabilización y revegetación, hasta en los taludes más difíciles. La malla tridimensional y sus anclajes (todos ellos componentes metálicos y protegidos contra la corrosión) estabilizan el terreno mientras que los materiales del relleno proporcionan drenaje (la grava) y un medio natural (la tierra vegetal) para el crecimiento de las plantas sembradas. Finalmente, la vegetación nueva protege la superficie contra los efectos de la erosión, a la vez de dar cobertura verde, natural y estética.
Los diferentes sistemas de control de la erosión constituyen estructuras favorables para sustentar los materiales finos del suelo, así como el fijado de las raíces de las plantas y favorecimiento de la germinación de semillas. Los principales factores erosivos que corrigen estos sistemas son la escorrentía superficial, la erosión eólica y el impacto de las gotas de lluvia.
El efecto que proporcionan las mallas y redes contra la erosión es muy similar al de la vegetación en cuanto a: modificación del régimen de escorrentía superficial, protección frente a la erosión por golpeteo, refuerzo y sujeción mecánica de las capas superficiales del suelo, modificación de las propiedades del suelo, etc. La finalidad de esta técnica es múltiple: